El pueblo de los
tung-i (literalmente 'arqueros del este') se estableció en la región de
Manchuria 3000 a. C. y sus dominios se extendieron hasta la actual
Corea del Norte. Según la leyenda que relata su origen, un hombre llamado Hwanung descendió del cielo a la tierra, donde se encontró con un tigre y un oso que deseaban convertirse en seres humanos. Sólo al oso se le concedió su deseo y se transformó en una mujer con la que luego Hwanung se casó. Ambos tuvieron un hijo, Dangun, quien en el año 2333 a. C. ascendió al trono como el primer soberano de Corea. Se dice que la descendencia de este mítico rey continuó la dinastía real durante más de 1000 años.
Es así como se pobló toda la península gracias a la continua inmigración, tanto de las tribus autóctonas de Corea como de emigrantes chinos, lo que se refleja en la leyenda de Wi Man. Los pueblos inmigrantes se fusionaron hasta crear un pueblo homogéneo que desarrolló la cultura coreana a partir de distintas corrientes, como el
chamanismo y las influencias chinas.
Hasta el día de hoy, la identidad coreana se nutre de numerosas tradiciones, a pesar de que éstas parecen estar desapareciendo bajo el aluvión de influencias occidentales modernas, principalmente las estadounidenses. Así, en muchos ámbitos, el pensamiento permanece arraigado en el antiquísimo
chamanismo, mientras que el
confucianismo se encuentra profundamente interiorizado en los coreanos y repercute en todos los aspectos de su vida.
El
arroz es el principal alimento de la dieta coreana, antes que la
cebada y el
mijo. También se consumen
fideos de distintos tipos, por ejemplo, hay unos que se elaboran a base de
camote.
Ninguna comida se sirve sin
kimchi, plato preparado a base de col china y rábanos, ambos encurtidos y luego sazonados con sal, ají, ajo y salsa de pescado. El ají, originario de Sudamérica, fue introducido en Corea por los portugueses en el s. XVI, al igual que el tabaco y la religión cristiana. En invierno, el
kimchi sirve como fuente de vitaminas. Aparte de la col china y el rábano, también se encurte una gran variedad de otros vegetales. Además, a partir del frijol de
soya se producen dos alimentos imprescindibles: el queso de soja
dubu, variante coreana del
tofu, y la salsa de soya o
kanjang.
En la mesa casi nunca falta el pescado, el calamar, las algas y diversos frutos de mar. El pescado rara vez se incluye en la cocina tradicional. Cuando se come carne, normalmente es de res o cerdo, siempre cortada en pedazos pequeños, ya sea asada a la parrilla o salteada.
En Corea también se cultiva una amplia variedad de frutas.
Hasta hace un tiempo, la dieta de los coreanos era básicamente vegetariana, ya que consumían muchas verduras que solían acompañar con queso de soya, huevos y rara vez con pescado y algas. Sin embargo, en la última mitad del s. XX, junto con el creciente bienestar económico, también se elevó el consumo de carne, de productos a base de harina blanca y sobre todo de azúcar.
Ceremonia del té en Corea.
Hace más de 2000 años ya se tomaba
té en Corea. Originalmente, el
té se empleaba durante las ceremonias de adoración en los templos, porque se creía que el exquisito aroma del
té se elevaba hasta el cielo y complacía a los dioses. Al igual que el
budismo, el
téfue introducido por los chinos.
Asimismo, el
té también fue incorporado al conjunto de plantas utilizadas en la medicina tradicional. El
té verde, tal como se consume en
China y
Japón, no es el único tipo de
té que se toma en
Corea. En este país se producen muchas variedades de
té, a partir de frutos, hojas, semillas y raíces. Además, se distinguen cinco categorías de té según su sabor: dulce, ácido, picante, amargo y salado. El té Boricha (보리차), té de grano elaborado con cebada tostada, es el preferido en Corea, al igual que el té de arroz.